Los celos constituyen un sentimiento o una emoción que surge como consecuencia de un exagerado afán de poseer algo de forma exclusiva (me perteneces) y cuya base es la infidelidad -real o imaginaria- de la persona amada (Echeburúa, 2001).
Los celos son una respuesta normal en las relaciones de pareja. Lo que tenemos que considerar es la intensidad de esta emoción y el grado de afectación que produce en ambos miembros de la pareja; tanto al celoso como a la pareja del primero. La definición del término celo es cuidado, interés y esmero. Por lo tanto, su función adaptativa sería el de asegurar la estabilidad de la relación y la de prevenir, hasta cierto punto, la promiscuidad (Fernández, 2001). No es sencillo diferenciar entre los celos normales y los patológicos, pero existen grados. En los celos patológicos hay tres características nucleares: la ausencia de una causa real desencadenante, la extraña naturaleza de las sospechas y la reacción irracional del sujeto afectado, con una pérdida de control (Echeburúa, 2001). En definitiva, lo que confiere un carácter patológico a los celos es la intensidad desproporcionada de los mismos, el sufrimiento experimentado por el sujeto y el grado de interferencia grave en la vida cotidiana. La personalidad celosa viene configurada por una vulnerabilidad psicológica. Entender que en la pareja se ha de aceptar cierto grado de incertidumbre en cuanto a la posibilidad de posible pérdida o abandono del otro. Por tanto, un factor de vulnerabilidad sería una necesidad extrema de certeza unida a una necesidad de control de la persona amada. Factores que se suelen manifestar de manera muy marcada en las relaciones marcadas por los celos. Estos dos factores nucleares en el inicio y mantenimiento del problema entroncarían directamente con la historia de aprendizaje de la persona. Estudiar la historia personal del sujeto dependiente y el tipo de apego que ha establecido con sus progenitores seria clave.
En los estudios sobre estos conceptos, se llega a las mismas conclusiones sobre la naturaleza de carencias afectivas tempranas. Refiriéndose al apego ansioso, Rutter (1990) en su libro La deprivación materna afirma que éste es mayor cuando las relaciones previas con el objeto apegado son perturbadoras e insatisfactorias. Por ejemplo, la repulsión y los rechazos maternos hacen incrementar y no disminuir la conducta de apego y la ansiedad tras una separación es mayor si la relación precedente es negativa. En este mismo sentido y dentro de su marco teórico, Bowlby (1989) considera que una «base segura» en la niñez, entendida como la presencia y accesibilidad de figuras adultas, es condición básica para la autoestima y autoconfianza. En sus trabajos sobre la adicción al amor, Schaeffer (1998) manifiesta que estas personas tratan de cubrir con su dependencia necesidades insatisfechas durante su infancia. Finalmente, diversos estudios sobre las experiencias vitales tempranas de las personas autodestructivas llegan a las mismas conclusiones: Williams y Schill (1993) informaron que la crianza de dichas personas fue descrita por ella mismas como ambivalente, fría y rechazante aseverando que el ambiente de su niñez fue errático y frustrante.
Las personas que padecen de celotipia no siempre son conscientes de que sus celos no son normales por lo que les es muy difícil reconocerlo. Los síntomas que se asocian a la celotipia son los siguientes:
Para superar la celotipia es necesario que la persona que la padece se someta a un tratamiento psicológico y/o psiquiátrico, dependiendo de la intensidad de la sintomatología y de la evolución de la misma.
El tratamiento psicológico se basa fundamentalmente en detectar los pensamientos irracionales que la persona celosa mantiene y aprender un nuevo diálogo más racional consigo misma. La persona celosa suele estar inmersa en una serie de comportamientos obsesivos que le llevan a estar cada vez más ansioso y por lo tanto a necesitar de esas conductas con mayor frecuencia, llegado a ser la situación insoportable para sí mismo y para la relación.
El objetivo fundamental es que el sujeto celoso sea consciente que temiendo perder a su pareja, en realidad está empujándola a que le abandone a través de sus insultos, acusaciones irracionales, invasión de su privacidad y de sus derechos como individuo. En definitiva, como consecuencia de su falta de confianza en el otro miembro de la pareja.
El principal problema en estos casos es que cuando acuden a consulta se hace, en la mayoría de los casos, como consecuencia de la presión de los familiares y no por reconocimiento del problema. Otra dificultad añadida es el importante grado de deterioro al que se ha llegado en la relación de pareja por lo que, en la mayoría de los casos, esta indicado dedicar algunas sesiones en pareja para reconstruir dicha relación.