Diferencias entre hombres y mujeres ¿genética o cultura?
El papel que tiene la biología en estas diferencias es absurdo negarlo. Es más, la relaciones entre personas serían más fáciles y llevaderas si tuviéramos más en cuenta el importante papel que juega la biología en nosotros. Igualmente absurdo me parece que no tengamos en cuenta las variables culturales.
Es importante destacar que el cerebro femenino está tan profundamente afectado por las hormonas que puede decirse que la influencia de estas crea una realidad femenina. Pueden conformar los valores y deseos de una mujer, decirle día a día lo que es importante. Su presencia se siente en cualquier etapa de la vida, desde el mismo nacimiento. Cada estado hormonal -años de infancia, de adolescencia, de citas amorosas, de maternidad y de menopausia- actúa como fertilizante de diferentes conexiones neurológicas, responsables de nuevos pensamientos, emociones e intereses.
A causa de las fluctuaciones que comienzan nada menos que a los tres meses y duran hasta después de la menopausia, la realidad neurológica de una mujer no es tan constante como la de un hombre. La de él es como una montaña que van gastando imperceptiblemente en. milenios los glaciares, el tiempo y los profundos movimientos tectónicos de la tierra. La de ella es más bien como el clima, constantemente cambiante y difícil de predecir.
Nuestras hormonas van a diferenciar la forma en la que hombres y mujeres se enamoran o se alejan y determinará la forma en la que se relacionan. Los hombres tienen más probabilidades de ser agresivos y violentos, mientras que las mujeres pueden ser más dependientes en sus relaciones amorosas. Estas diferencias en los sistemas hormonales abarcan múltiples aspectos en las relaciones románticas, que van desde la forma de cortejo, la comunicación afectiva o la sexualidad. En las relaciones sexuales, las mujeres segregan mucha más oxitocina que los hombres. En cambio, estos generan más vasopresina antes de tenerlas. Se sabe por estudios con primates que la vasopresina aumenta la agresividad en los machos, para luchar por conseguir aparearse en competencia con otros machos.
También se cree que, dependiendo de la longitud del gen que produce la vasopresina, los hombres pueden ser monógamos o polígamos. Si es más largo los varones tenderían a la monogamia y si es más corto se potenciaría la poligamia. Podemos concluir que, al menos en los genes, el tamaño ¡sí que importa! Tanto los hombres como las mujeres secretan oxitocina y vasopresina, sólo que cuando tienen relaciones sexuales lo hacen de un modo muy diferente.
Si observamos las hormonas podemos entender por qué en muchos casos las mujeres pueden sufrir dependencia emocional mientras que esta es más infrecuente en varones. La oxitocina se libera en el orgasmo y se asocia con el placer sexual y la formación de vínculos emocionales. Así, cuando las mujeres tengan relaciones sexuales si estas resultan placenteras, generarán mucha más oxitocina que los varones. Esta hormona hará que quieran seguir vinculándose a nivel emocional después de las relaciones sexuales. Los hombres, en cambio, al producir vasopresina tendrán mucho más interés en tener las relaciones y mucho menos en repetir el encuentro de forma romántica.
En los hombres la vasopresina está involucrada en la fase de excitación. Los niveles de vasopresina aumentan durante la respuesta eréctil, y disminuyen tras la eyaculación. Este aumento de la vasopresina durante la erección está directamente asociado con la necesidad de consumar el acto sexual. Se sabe que la vasopresina aumenta en mamíferos machos cuando se produce el cortejo de la hembra, aumentando su agresividad. Con esto consigue ser más atractivo para la hembra y más agresivo para alejar a otros competidores que quieran aparearse con esa hembra. También sirve para que una vez que se produzca la vinculación emocional el varón sea agresivo con otros machos que puedan acercarse a la hembra, y en los compromisos.
Sue Carter cuando se refiere a la interacción entre la oxitocina y la vasopresina, explica que en el núcleo del apego se encuentran los sistemas neurobiológicos que regulan el miedo y las amenazas y los que regulan la sensación de seguridad. Mientras que la oxitocina puede activar los aspectos más pasivos del apego, la vasopresina activa el lado más posesivo y, en algunos casos, más agresivo del apego. La activación de los receptores de vasopresina es esencial para los comportamientos más protectores, a menudo asociados con los vínculos de pareja, especialmente, pero no exclusivamente, en los hombres los receptores tanto para la oxitocina como para la vasopresina son abundantes en las áreas del sistema nervioso que regulan los comportamientos sociales, emocionales y adaptativos, incluida la amígdala, el eje HHA y el sistema nervioso autónomo.
Según esta misma autora, es probable que los lazos sociales tan importantes al alrededor de la adolescencia se den por las interacciones de la vasopresina y la oxitocina. La vasopresina aumenta en el cerebro por los andrógenos, tanto durante el desarrollo temprano como en la edad adulta y es más abundante en varones.
En niveles óptimos, tanto la oxitocina como la
Vasopresina pueden contribuir a amortiguar la ansiedad social, lo que permitiría acercarse a personas desconocidas, algo tan importante, cuando nace el interés sexual. Luego del establecimiento de un vínculo social, los niveles óptimos de estas hormonas están involucrados en el inicio de los procesos necesarios para defender a una pareja contra otras personas que puedan arrebatarla, incluida la experiencia de los celos. Actuando juntas, la oxitocina y la vasopresina estarían involucradas en experiencias emocionales como enamorarse, tener un orgasmo, el parto y el contacto inicial con un bebé.
Carter nos ayuda a entender las diferencias fisiológicas en los hombres y mujeres, que pueden influir en la conducta y en cómo nos enamoramos, más allá de las influencias culturales: la vasopresinay los aumentos asociados en el sistema nervioso simpático permitirían respuestas más activas o movilizadas al desafío, incluida la capacidad de agresión y violencia física. Al mismo tiempo, es posible que una dependencia masculina de la vasopresina pueda explicar la tendencia de los hombres a formar lazos sociales frente a desafíos extremos como la guerra. La dependencia de la vasopresina dejaría a los hombres más vulnerables a los trastornos caracterizados por déficits en el comportamiento social y que conducen a un aumento de la agresión y la asunción de riesgos.
Las mujeres también producen y dependen de los efectos fisiológicos de la vasopresina. Sin embargo, los comportamientos sociales en las mujeres pueden depender más de los estrógenos y de las interacciones estrógeno-oxitocina. Las mujeres son más vulnerables a los trastornos asociados con estas mismas respuestas de bloqueo, como la depresión y el trastorno de estrés postraumático o TEPT. Las mujeres, a su vez, pueden ser especialmente dependientes de la oxitocina. En presencia de deficiencias en la oxitocina o en su receptor, las mujeres pueden ser más vulnerables a los trastornos caracterizados por respuestas pasivas… Las diferencias sexuales en la biología del apego son en general adaptativas, especialmente en el contexto de las diferencias sexuales en las demandas de reproducción. Tanto las vulnerabilidades como la resiliencia son sexualmente dismórficas.
Las diferencias de sexo generalmente son más evidentes frente a experiencias estresantes, incluidas las experiencias sociales y hormonales en los primeros años de vida.
De este modo, en cuanto se dé el despertar sexual los hombres y las mujeres van a diferenciarse en sus formas de relacionarse y cortejar. Mientras que tanto chicos como chicas van a querer vincularse, cada uno lo hará de una forma diferente. Para Brizendine, el eje principal de la formación de la emoción y la memoria -el hipocampo- es también mayor en el cerebro femenino, igual que los circuitos cerebrales para el lenguaje y la observación de las emociones de los demás. Esto significa que las mujeres, por término medio, expresan mejor las emociones y recuerdan mejor los detalles de acontecimientos emocionales.
Los hombres, en cambio, tienen dos veces y media más de espacio cerebral dedicado al impulso sexual, igual que centros cerebrales más desarrollados para la acción y la agresividad. Los pensamientos sexuales flotan en el cerebro masculino muchas veces al día por término medio; por el de una mujer sólo una vez al día. Quizá tres o cuatro veces en sus días más febriles.
Queda claro que, si bien demos ser iguales en derechos y oportunidades, no 10 somos en nuestra neurobiología y conocer estas diferencias es fundamenta no la entender cómo nos enamoramos y cómo sufrimos por el amor.
Sabías que se sabe que sólo el 1% de las especies animales del mundo es monógama y desde luego el ser humano no es una de ellas. Aunque es cierto que a lo largo de la historia la poligamia sólo estaba permitida a unos pocos varones como, por ejemplo, con los famosos harenes. Mientras que, si una mujer era infiel, en algunos países y todavía hoy en día, la pena era y es la muerte.
En Nepal y el Tíbet, hasta hacía poco, se practicaba la poliandria, que una mujer esté a la vez con varios hombres. Allí una mujer, cuando se casaba, lo hacía con todos los hermanos a la vez, probablemente como forma de garantizar que las mujeres y sus hijos fueran cuidadas si el marido moría. Algo parecido encontramos en el Antiguo Testamento con el derecho de «levirato», donde el hermano del difunto debía casarse con la viuda, lo que fue el origen del Libro de Ruth en el Antiguo Testamento.
Los antropólogos creen que la monogamia fue creada, principalmente por el cristianismo, como una forma de legislar la transmisión de los bienes y los rasgos nobiliarios. Aunque siempre ha habido bastardos en las monarquías europeas, estos ocupaban un rango secundario frente a los herederos legítimos. En cambio, los harenes musulmanes creaban luchas infinitas entre esposas y concubinas, con la ayuda de los visires de turno, para que fueran sus hijos los que gobernaran, asesinando por supuesto a los otros herederos.
¿la castidad? No existe nada más anti biológico que no reproducirse. En ambientes religiosos como los monasterios cristianos o budistas o entre los hindúes era usada por los místicos y sacerdotes para que toda la energía se dedicara a la unión con Dios. Pero en los sacerdocios y comunidades religiosas parece que, en realidad, es un modo de controlar a grupos de hombres que se necesitaba que formaran parte de comunidades religiosas para que los estamentos religiosos tuvieran más poder.
La iglesia católica impuso la castidad en el papado en el siglo XIV, una vez más por el dichoso pecunio. La intención era que los bienes eclesiásticos no se dispersaran entre los herederos y quedaran una generación tras otra en manos de la iglesia. Todos sabían que los Papas tenían hijos de diferentes mujeres, pero lo importante era que no heredaran Y se dispersaran los bienes eclesiásticos. Hoy en día la poligamia y la poliandría están a la orden del día con relaciones abiertas entre hombres y mujeres en la mayoría del mundo.
A menudo me pregunto: ¿cómo nos evaluarán las generaciones futuras?
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